jueves, 19 de marzo de 2015

Capítulo 5: En los momentos más bajos

Todavía sentía como si el corazón se le estuviera rompiendo en mil pedazos, como si cada parte de su cuerpo fuera sintiendo pequeñas punzadas de dolor y desesperación que después de concentraran en ese lugar. No podía respirar bien por el llanto, de vez en cuando tosía desesperadamente por aire cuando las lágrimas le obstruían las vías y ya sentía como si pelo se pegaba a su cara mojado… no era bonito, llorar no era como en las películas. Tenía la cara congestionada, roja, toda surcada de lágrimas, con el pelo revuelto y hecho un fiasco, se le caían los mocos y le temblaba todo el cuerpo.

Para cuando quiso llegar William al piso ella ya había gastado un paquete de pañuelos que estaba desperdigado por todo el suelo tras el sofá donde había estado apoyada, en un intento desesperado por dejar de llorar que no sirvió de nada. Al sonar el timbre le costó levantarse pero al final se puso en pie mientras se sonaba la nariz y caminó arrastrando los pies hasta la puerta y sin que las lágrimas dejaran de brotar de sus ojos abrió. Miró al chico que allí esperaba… parecía salido de una revista de moda con unos pantalones vaqueros negros, una camisetas de tirantes interior del mismo color y encima una chaqueta blanca, estaba claro que se había puesto la ropa con prisas. Por la cara que puso supo que estaba horrorosa.

- Iuuuujjj…. No estás nada bien- murmuró mientras la miraba de arriba abajo- pero ese pijama te queda muy bien.

- Me… Sniff –sorbió los mocos en su interior- me lo compraste tu- murmuró con voz ronca- no tenías que haber venido.

- Desde luego no iba a dejarte sola, eso está más que claro- respondió mientras se lamía los labios lentamente y entraba sin que le diera permiso, cosa que parecía convertirse en una costumbre.

- Quiero estar sola en este momento por favor- gimoteó mientras lo seguía cual perrito.

- No vas a estar sola, siéntate ahora mismo en ese sofá rojo que tienes- la empujó hasta este y cuando se sentó se dirigió hacia la cocina, tenía que arreglar este desastre como sea.

No sabía lo que estaba haciendo, pero tampoco podía decirle nada porque se encontraba temblorosa como un gatito y sin fuerzas. Miraba las manos laxas sobre su regazo mientras una nueva oleada de lágrimas le subía y sabía que pronto empezaría a llorar de nuevo. Le temblaba el labio inferior mientras sentía una caliente gota caer desde su ojo derecho hasta su mentón. Al momento apareció una fuerte mano de hombre en su campo de visión y le hizo alzar la cara para que le mirara. Sonrió y sus ojos verdes se iluminaron mientras le limpiaba la cara lentamente con un paño de cocina húmedo. Era tan delicado mientras lo hacía que se sintió apreciada, cuidada, valiosa, frágil pero bien protegida… como un tesoro que debía ser tratado como tal.

- Quédate aquí mientras limpio preciosa- sonrió y le acarició la mejilla con uno de sus pulgares.

- ¿Por qué?- preguntó mientras ladeaba la cabeza sin entender.

- Por qué… ¿Qué? -dijo él con una sonrisa irónica.

- Por qué… todo ¿Por qué vienes a mí en mitad de la noche sin preguntarme por qué? ¿Por qué limpias mis mocos? ¿Por qué recoges mi casa para que no piense en él? ¿Por qué me tratas a así cuando sé que no lo merezco?- murmuró mientras los ojos se le llenaban de lágrimas de nuevo.

- ¡Hey! No digas eso, jamás… ¿Me entiendes?- cuando intentó apartar la mirada le sujetó la cara para que no lo hiciera- Amanda eres una gran chica, más de uno moriría para tenerte a su lado así que voy a permitirte que hables así de ti misma- parecía verdaderamente enfadado.

- L… lo siento- murmuró y bajó la mirada.

- Yo mucho más- respondió mientras se ponía en pie, conectó su teléfono al equipo de música y empezó a reproducir Amnesia de 5sos. Sabia que no era la mejor canción para ponerle, pero entendía que en ese momento ella necesitaba llorar y que mejor que una canción con la que todo el mundo se siente identificado.

Se puso en pie de nuevo y se dirigió hacia la cocina para sacar el cubo de la basura y llevarlo con él en su camino hacia la zona de guerra donde estaba todo el desastre. Empezó a recoger los pañuelos dentro del cubo y después lo llevó de nuevo a su lugar de origen, aun así la casa parecía un lugar totalmente distinto, todos los muebles estaba descolocados y el suelo manchado. Suspiró y se rascó la nuca.

- ¿Por qué no vienes conmigo a casa? Te prepararé algo de comer- abrió la nevera de ella mientras lo decía- tú no tienes nada aquí y necesitas cosas calientes.

- No voy a irme a tu casa William- dijo mientras se ponía en pie, después de tanto llorar empezaba a dolerle la cabeza- vete a casa tú, yo no tengo hambre.

- No, voy, a, dejarte, sola- respondió palabra por palabra mientras se acercaba a ella de nuevo- y necesitas comer, tú estás débil, yo me encargaré de esto.

- ¡Es mi casa! Puedo hacerlo yo mañana, déjame sola- su ánimo estaba susceptible y él parecía dispuesto a sacar todo el mal humor que acumulaba en su interior- ¿nunca has oído que no hay nada peor que una mujer enfadada? Pues como sigas así vas a conocer a una.

- ¿Para que vuelvas a autocompadecerte y hundirte en lágrimas? Prefiero enfrentarme a ello- respondió confiado mientras alzaba una ceja lo que hizo que ella se desesperara.

Alzó los brazos y los dejó caer de golpe mientras rodaba los ojos ¡Hombres! No entendían nada. No, ellos preferían estar rodeados de gente como ellos y guardarse en su interior todo mientras juegan videojuegos y comen cosas chatarras. Negó con la cabeza mientras alzaba las manos para pasarlas por su cara y apartarse el pelo hacia atrás cerrando los ojos antes de mirarlo de nuevo.

- Vete a casa- gruñó, aunque sabía que sus intenciones eran buenas no estaba logrando nada.

- No si no vienes conmigo- respondió cruzándose de brazos. Estaba claro que aunque quisiera no podría echarlo, era más alto, más fuerte y más sexy, que aunque lo último no influía siempre había que decirlo- si no vienes a casa me quedaré yo.

- ¡Vete a casa de una puñetera vez con tu novia!- gritó mientras la cabeza le pulsaba como si fuera a explotar.

- ¿Qué? ¿Novia?- preguntó él desconcertado.

- Mira… haz lo que quieras… estoy cansada y me duele la cabeza- suspiró y se frotó las sienes- me voy a dormir.

Se volvió y caminó hacia el cuarto, entró y cerró de un portazo. Prácticamente se arrastró hasta estar en la cama, cubierta por sus sábanas y mantas. Lentamente se fue encogiendo sobre sí misma hasta estar en posición fetal con una mano debajo de la almohada y la otra frente a su cara.

Él suspiró y se frotó los ojos con una de sus manos antes de empezar a caminar por el piso recogiendo y colocando con cuidado, daba gracias a su buena memoria para poder dejar todo en su lugar ¿Qué mierda acababa de pasar? Buscó los útiles de limpieza por todos lados hasta dar con ellos y se encargó de pasar la fregona por el suelo quitándose los zapatos y dejándolos en la entrada para poder caminar por el lugar sin estropear su trabajo, era hombre y rico pero sabía limpiar por una razón: sus padres habían querido que aprendiera a valorar el trabajo y mientras estudiaba fue tan pobre como cualquier otro universitario adolescente, aunque él tenía la ventaja de que su grupo de amigos estaba podrido en dinero. Su piso de estudiante siempre que se limpiaba era de su mano porque sus compañeros de piso no es que fueran muy aseados que digamos.

Se revolvió el pelo rubio mientras bostezaba y miraba la hora, era bastante tarde así que abrió la puerta de la habitación de Amanda y la miró con la leve luz que venía desde la ventana, la había dejado con la persiana subida. Sonrió sin poder evitarlo mientras se acercaba y le acariciaba su mejilla apartando uno de sus mechones castaños de delante de su nariz, así no le molestaría mientras dormía. Aprovechando la situación se puso de cuclillas para poder mirar su serena cara mientras… estaba babeando, bueno, no era algo que no pudiera aguantar. Su sonrisa se amplió cundo ella frunció la nariz y luego suspiró volviendo a colocar su sonrisa, le gustaría saber qué estaba soñando.

En un principio había pensado dormir en el sofá pero ¿Qué demonios? Aquella cama era de matrimonio y olía a ella ¿Qué importaba que durmiera allí? Seguramente despertaría antes que Amanda y jamás lo sabría. Caminó hasta el fondo del cuarto para bajar la persiana y muy lentamente entró debajo de las sabanas con cuidado de no despertarla. Por el peso de su cuerpo al otro lado del colchón ella rodó hasta chocar contra su pecho y él sonrió mientras la abrazaba… no había nada más cerca del paraíso a su parecer. Una amplia sonrisa se plantó en sus labios y por primera vez en meses durmió sin problemas, sentir su calor y su aroma cerca, en el refugio de sus brazos, le hacía sentir muy relajado.

Sofía se sentía mal por haber tenido que abandonar a su mejor amiga con todos sus problemas durante esa noche. Había recibido un mensaje suyo y por las equivocaciones con las letras y lo que pudo intuir que ponía se había peleado de nuevo con ese idiota de novio, quede dicho que le caía como una patada en los ovarios. Siempre llevaba unas llaves del piso de Amanda en su bolso, así que esa mañana se acercó a la pastelería preferida de esta, compró un montón de dulces de esos que con solo mirarlos sabes que vas a engordar, un litro de chocolate recién hecho y se preparó para animarla con media sonrisa en los labios… quizás incluso se tragara alguna de aquellas películas de La Guerra de las Galaxias que no aguantaba.

No fue fácil abrir la puerta cargando con el bolso, las bolsas con los dulces, el termo de chocolate en la mano y su móvil en la boca para que no se cayera. Entró y dejó su bolso y las llaves en la entrada junto a su chaqueta y los tacones, se sentía poderosa con ellos pero ahora no eran necesarios.

- ¡Mi amoooooor!- gritó mientras caminaba hacia el cuarto- ¡La molécula de glucosa más dulce, que formaba parte del grano de azúcar más dulce, que formaba parte de la gota de miel más dulce que cayó jamás en el tarro de miel de Winnie de Pooh… uh…. ¿uh?- murmuró lo último al mirar la cama de su amiga donde estaba el rubio más sexy que hubiera visto en mucho tiempo, que abrazaba a su amiga mientras miraba sorprendido hacia ella.

William había despertado de golpe al escuchar los gritos de aquella mujer pelirroja que ahora le miraba desde la puerta del cuarto, Amanda empezaba a despertarse y cerró los ojos frunciendo el ceño porque sabía que ahora tendría que ingeniárselas para salir airoso. Miró hacia abajo donde descansaba la mujer de sus sueños, literalmente porque toda la noche había soñado con ella, y esta le devolvió la mirada. Parpadeó un par de veces como si tratara de discernir si era un sueño o no y después se apartó de golpe algo sonrojada.

- ¿¡Qué haces en mi cama!?- se volvió hacia Sofía que todavía miraba con la boca semiabierta a William- ¿Y tú no volvías mañana?

- ¿Eso importa ahora?- respondió esta mientras alzaba una de sus cejas.

- Emmm… yo, es que el sofá era incómodo y necesito dormir o no soy persona- intervino él mientras se aclaraba la garganta y se ponía en pie subiendo sus pantalones y bajando su camiseta que se habían movido mientras dormía, sin darse cuenta de la mirada depredadoras que mandaron las mujeres a su trasero.

- Es sofá-cama- respondieron ambas a la vez.

- Yo no lo sabía- se defendió pasando la mano por su pelo- voy al baño… ahora vuelvo- intentó escapar lo antes posible, ahora eran dos contra uno.

En el momento en que la puerta se cerró tras él supo que se avecinaba un interrogatorio. Sofía le había seguido con la mirada como un león mira a una gacela, aunque era raro comparar a William con una gacela, él era más como un tigre dorado… un tigre dorado y sexy… un tigre dorado y sexy que había dormido en su cama con ella. Se sonrojó de nuevo con solo pensado y su amiga le miró con la boca abierta mientras señalaba a la puerta y se acercaba corriendo hacia ella.

- ¿Quién? ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Por qué? ¿Y qué hacías que no me contabas cosas como estas?- dijo inmediatamente mientras seguía señalando a la puerta- dios… que trasero… una mujer podrí a morir agarrando ese firme par de glúteos.

- Es William… tú me mandaste a él… el club de los manipuladores… ¿Te suena?- respondió está rodando los ojos- y eso es porque no has visto su sixpack… es de ocho… bien definido… se puede lavar en él- respondió con media sonrisa burlona haciendo el gesto con sus manos.

- ¡¿Y qué narices hacía en tu cama ese pivón?! Por dios, dime que has dejado a Richard por él- juntó las manos en señal de ruego.

- No, estaba mal anoche y vino a ayudarme, no quise ir a su casa así que se quedó- se escucharon sonidos en la cocina- ve con él que seguro está preparando el desayuno, yo me vestiré.

- Si, ponte guapa y sexy, hazle caer en tus redes y luego patea a Richard- salió antes de que pudiera contradecirla.

Sofía se acercó hacia William que había tomado las bolsas de la entrada y se encargaba de colocar los dulces en un plato en medio de la mesa, junto a tres tazas ya preparadas para contener el chocolate. Parecía en armonía en ese lugar, como si ya hubiera estado antes, cuando sacó las galletas de uno de los estantes esto se lo confirmó. Sonrió al tiempo que tomaba asiento en una de las sillas y colocaba sus codos en la mesa, descansó su barbilla sobre sus manos y le miró fijamente mientras este mordisqueaba una galleta.

- Hola, me llamo Sofía, ya sé cómo te llamas tú… ¿Tocaste zona blanda mientras dormía?- preguntó sin tapujos lo que hizo que él casi se atragantara.

- ¿Cómo?- respondió desconcertado.

- Que si tocaste zona blanda… ya sabes… -se señaló los pechos y el trasero- zona blanda.

- No me aprovecho de la gente mientras duerme- respondió este frunciendo la nariz.

- Pues podrías hacerlo… así dejaría a Richard, llevo años intentando que lo haga- respondió mientras parpadeaba adorablemente.

- No pienso…- empezó a decir pero se abrió la puerta del cuarto y calló hasta que Amanda entró en el baño- es mi cliente, soy un profesional.

- Ummmm… un profesional que se acuesta con su clienta aunque solo sea para dormir, no me convence- sonrió de forma socarrona mientras le miraba fijamente- admítelo, te gusta la chica –señaló con la cabeza hacia la puerta del baño.

Abrió la boca para negarlo pero al momento volvió a cerrarla y chasqueó la lengua volviéndose hacia el termo para servir el contenido en las tazas ¿Tan transparente era? Todos parecían verlo mientras que ella lo ignoraba, todos decían que no hay más ciego que el que no quiere ver y ella debía llevar un antifaz para ignorar todo lo que había alrededor. Su móvil empezó a vibrar sobre la mesa y lo tomó mientras se sentaba en frente de Sofía que le escudriñaba de arriba abajo fijamente, parecía evaluar si era lo suficientemente bueno para su amiga. Por unos momentos se sintió de nuevo como un colegial en día de examen cuando lo pillan haciendo trampas.


MENSAJERÍA/GRUPO: EL CLUB DE LOS MANIPULADORES
Antonio: ¿Dónde pasaste la noche pillín? ¿Recuerdas que tenemos cámaras allí?
Carlos: ¿Le diste caña a lo salvaje?
Marcus: ¿Infringiste tus propias normas?
Antonio: Uuuuuuh el rey de las normas ha caído por una pivita
William: No he caído por nadie, nadie ha hecho nada fuera de lugar, solo estaba mal y no quería dejarla sola.
Carlos: sí, sí, eso dicen todos
Carlos: Por cierto ¿Quién en las pelirroja con curvas de infarto que acaba de entrar?
*Carlos cambió el nombre del grupo: El club de los strippers*
William: Es la mejor amiga de Amanda
*William cambió el nombre del grupo: El club de los manipuladores*
Antonio: Nombre y medidas
*Antonio cambió el nombre del grupo: Todos sabemos que te la tiraste William*
Marcus: Nos enteraremos antes o después confiésalo
William: ¡¡¡Que no hice nada joder!!! ¿Queréis saber la verdad? Me encantaría hacerlo pero no lo he hecho porque sé que ella quiere a otro ¿Contentos? Ya os tocará a vosotros
Carlos: Estás jodido tío pero nosotros somos torres mucho más firmes
Antonio: nosotros no caemos, nosotros follamos
Marcus: Dejad de holgazanear y volved al trabajo
*William cambió el nombre del grupo: El club de los manipuladores*
Antonio: Pero dinos el nombre
Carlos: Mejor enséñanos sus bragas
Marcus: ¡A trabajar coño que estáis de misión!
*Marcus cambió el nombre del grupo: Si no os ponéis en marcha os patearé el culo*
William: Se llama Sofía y tengo la sensación de que os cortaría las pelotas si os pasáis con ella, cambio y cierro que voy a desayunar
*William cambió el nombre del grupo: El club de los manipuladores*


Dejó el móvil de lado mientras suspiraba y miraba como Amanda volvía del baño con un vestido color coral que se le ceñía a la cintura y se ajustaba hasta el cuello dejando la falda suelta. Tragó saliva de golpe y escuchó como Sofía reprimía una risotada, seguro que se había dado cuenta, lo que le faltaba ya, otro miembro que se uniera el club de jodamos a William, parecía que a cada minutos ganaba adeptos. La dueña del piso, ajena a todo lo que había pasado entre ellos dos, les sonrió mientras agitaba su pelo mojado para que no estuviera apelmazado y tomó asiento.

- Cariño, te he dicho cientos de veces que porque tengas novio no tienes por qué parecer una monja- comentó Sofía mientras se acercaba a esta y le desabrochaba los dos primeros botones de la parte superior dejando ver un bonito canalillo.

William cerró los ojos y se aguantó un gemido mientras cierta parte de su cuerpo levantaba la cabeza con ganas de gritar un gran “¡¡Hola!!” hacia Amanda. Rápidamente se cruzó de piernas para que esta no se diera cuenta y miró con ojos entrecerrados a la amiga que tan solo puso una sonrisa angelical en sus labios mientras le miraba y ladeaba la cabeza. Le hizo un gesto casi imperceptible mirando hacia su regazo y luego hacia su cara de nuevo, lo sabía, estaba más que claro que lo sabía y se lo estaba haciendo saber.


- ¿Me has comprado mis dulces preferidos? Awww eres un amor, no sabes cuánto te quiero- dijo Amanda mientras se acercaba a estaba y le daba besitos en las mejillas.

- Por supuesto, lo mejor para animar a cualquier mujer es una buena sesión de chocolate y películas románticas- sonrió esta mientras daba un sorbo a su taza- hoy haremos día de chicas y mañana estarás como nueva.

- Voy a engordar a este ritmo- se quejó esta mientras fruncía la nariz.

- Estás perfecta Amanda, no digas tonterías- intervino William terminando su chocolate y uno de los dulces- bien, yo me voy, algunos trabajamos los domingos también- sonrió hacia esta y se puso en pie- vosotras seguid a lo vuestro que yo sé por dónde se sale.

William tomo todas sus cosas y huyó antes de que le cortaran el paso, un minuto más con Sofía y tendría que matarla con sus propias manos, era demasiado inquisitiva y parecía saber todo lo que pasaba a su alrededor solo con mirarlo. Se estremeció un poco y mordió su labio inferior mientras sacaba las llaves del coche del bolsillo delantero, notando que estaba un poco más apretado de lo normal… su “pequeño William” parecía que no quería relajarse todavía, aquello era todo una mierda.

Tardó menos de diez minutos en estar de vuelta en el club, Marcus estaba preparando algunos papeles legales y los gemelos todavía no habían vuelto así que sacó su móvil y llamó a la única persona de la que no había sabido nada en las últimas horas.

- ¿Verónica? ¿Cómo estás?- preguntó mientras se dejaba caer en su sillón.

- Dormida- respondió en un gruñido que significaba que había salido de fiesta y dejó salir un gran bostezo-, estoy harta de decirte que no me llames hasta después del medio día los domingos.

- ¿Te recuerdo que ahora soy tu jefe?- respondió este alzando una ceja aunque no lo viera.

- Si, si… ligarse a ese tipo ha sido muy fácil, le gustan las rubias… ya les mandé el software para espiar su móvil a los gemelos, ahora… seguiré durmiendo- colgó sin decir nada más.

Suspiró y negó con la cabeza, quizás la tenía demasiado consentida pero jamás había podido negarle nada, debería intervenir y hacer que dejara toda esa vida loca aunque presionar a Verónica jamás había sido buena idea. Se encogió de hombros al tiempo que dejaba el móvil en la mesa y se frotaba los ojos, estaba cansado, pero sonrió al notar el olor de Amanda en su ropa… había merecido la pena, eso estaba más que claro. En ese momento llegaron los gemelos disfrazados de enfermeros ¿Qué narices habían estado haciendo? Bueno, a saber, aquellos dos estaban más locos de lo que jamás habría podido pensar al conocerlos, a lo mejor se habían infiltrado en un hospital para ligarse a las enfermeras.

- ¿Sabéis que la semana que viene es el cumpleaños de Amanda?- comentó Carlos mientras sacaba unas braguitas de encaje del bolsillo de sus pantalones y sonreía socarronamente.

- Noooo…- respondió William sarcástico- he investigado su vida pero no he mirado su fecha de nacimiento- rodó los ojos.

- Ya sabes lo que toca…- respondió Antonio mientras se tiraba, literalmente, encima de un sofá.

- ¡¡¡FIESTA!!!- gritaron ambos hermanos a la vez y William y Marcus se estremecieron a la vez… ya se había liado, jamás se podía parar a esos dos cuando se trataba de preparar una fiesta.

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